19 de julio de 1977-29 de septiembre de 1994

Ernesto Corripio Ahumada, Arzobispo Primado de México, trigésimo cuarto sucesor de Fray Juan de Zumárraga y custodio de la imagen venerada de la Virgen de Guadalupe que se conserva en el cerro del Tepeyac. Al cumplir 75 años de edad el Cardenal Miguel Darío Miranda y Gómez, asumió el cargo de Arzobispo Primado Monseñor Corripio Ahumada. Lo sucedió el Cardenal Norberto Rivera Carrera. Originario de Tampico, Tamaulipas, estudió en el Seminario de Puebla de los Ángeles, en Puebla y en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma, donde fue ordenado el 15 de octubre de 1942, continuando sus estudios hasta 1945. A su regreso a México, trabajó pastoralmente en la diócesis de Tampico; fue miembro de la facultad, administrador y vice-rector del Seminario de Tampico. Secretario de la curia diocesana de Tampico, 1950-1952. Fue elegido obispo titular de Zapara y nombrado auxiliar de la misma diócesis. Asistió al Concilio Vaticano II de 1962 a 1965. Promovido a la sede metropolitana de Antequera, por Pablo VI, el 25 de julio de 1967, fue Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano entre 1967 y 1973. Fue creado cardenal presbítero, el 30 de junio de 1979 por el papa Juan Pablo II, en su primer consistorio; recibió la birreta roja y título de Immacolata al Tiburtino, el 30 de junio de 1979. Representante especial del Papa al funeral de Oscar Arnulfo Romero Galdámez, asesinado arzobispo de San Salvador, en El Salvador, el 30 de marzo de 1980. Nombrado miembro del Consejo de Cardenales para el Estudio de los Problemas Organizativos y Económicos de la Santa Sede, el 31 de mayo de 1981. Enviado especial del Papa al Congreso de Nacional Mariano, en La Paz, Bolivia, el 29 de enero al 5 de febrero de 1984. Al cumplir los 75 años de edad, como está establecido en el Código de Derecho Canónico, renunció al cargo como Arzobispo Primado de México, sucediéndolo, como ya ha quedado señalado, el Cardenal Norberto Rivera Carrera. El día 10 de abril de 2008, falleció en ésta Ciudad de México, dejando entre todos los que tuvimos la fortuna de conocerlo y contar con su cariño y amistad, una huella muy profunda. Fue ejemplo de generosidad, misericordia, humildad, pero con un sentido del humor muy peculiar. Fue una persona que reconocía el legado de sus compañeros y mostró gratitud infinita a su predecesor, de quien recibió grandes enseñanzas, al grado de considerarlo un pilar muy importante en su vida. Sus restos descansan en la Cripta de los Arzobispos en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.

A pesar de haber transcurrido ya algunos días de su aniversario luctuoso, nuestro actual Arzobispo Primado de México, Cardenal Aguiar Retes, presidió la celebración eucarística en la Catedral Metropolitana, en una misa solemne, donde concelebraron Monseñor Norberto Rivera Carrera y los miembros del Cabildo Metropolitano. En su homilía nos leyó a los asistentes una carta que escribió refiriéndose a la transmisión apostólica de la fe. Hoy, día en que celebramos a San Marcos, señaló que sus enseñanzas son los medios que tuvieron los primeros evangelizadores para predicar la buena nueva de que Cristo nos ha rescatado y nos ha abierto las puertas de la eternidad. En el siglo XVI, es fundada la Iglesia Particular de México, donde buscamos dar testimonio de Cristo, asumiendo que el cristianismo es una forma de vida, un estímulo y aliento para descubrirnos como hermanos, donde debemos desterrar el odio y la violencia, la agresión y la marginación, como hijos de un mismo Padre. Esta Iglesia particular de México, fue encabezada por un gran pastor, el Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, así como recientemente lo fue Monseñor Rivera Carrera, a quien agradeció su guía.